Descubre la isla de Mallorca como nunca antes

Mallorca no es solo la mayor de las Islas Baleares; es un microuniverso donde abruptas montañas se abrazan con calas turquesas y los pueblos de piedra aún huelen a pan recién hecho. Llegar y sentir su brisa es volver al primer día de verano de tu infancia. Un consejo: aunque puedes recorrerla a tu aire, resulta comodísimo (y también bastante barato) apuntarte a un tour guiado del estilo de los que ofrece Mallorca Premium Tours; nosotros lo probamos y salimos encantados con la cercanía del guía y los rincones que nos descubrió.

Aquí tienes algunos de los lugares a visitar que más recomendamos en TodoAventuras:

Palma de Mallorca, la capital que vibra

Empieza por el corazón. La Seu se alza sobre la bahía como un velero de piedra dorada. Después, piérdete por el casco antiguo: patios modernistas, tiendas de llonguets recién horneados y bares donde el vermú corre como la pólvora. ¿Ganas de contraste? Cruza al barrio de Santa Catalina para saborear tapas fusión entre murales de colores y la brisa del puerto deportivo.

Serra de Tramuntana: curvas, miradores y pedales

La cordillera declarada Patrimonio Mundial regala carreteras serpenteantes que los ciclistas veneran. Súbete al Coll de Sóller y déjate embriagar por el olor a pino. La recompensa llega en Sa Calobra, donde el Mediterráneo parece un mosaico de zafiros. Si prefieres el senderismo, sigue un tramo de la Ruta de Pedra en Sec: muros medievales, olivares centenarios y el eco de las cabras resonando en los barrancos.

Serra de Tramuntana

Cuevas del Drach: concierto bajo tierra

Muchos vienen por las playas y descubren, casi sin querer, un universo subterráneo. Las cuevas custodian el lago Martel, iluminado con luces tenues mientras un cuarteto interpreta piezas clásicas. La sal puede olerse en el aire fresco y, durante unos minutos, olvidas que fuera el sol aprieta con ganas.

Calas del Sur: postales en alta definición

Cala Mondragó, Caló des Moro, Es Trenc… pronunciar estos nombres es evocar arena blanquísima y agua tan clara que los barcos parecen flotar en el aire. Madruga (sobre todo en julio y agosto) y planta tu sombrilla antes de que llegue la marabunta. Entre baño y baño, date un homenaje con un helado de almendra; sabe a gloria.

Cabo de Formentor: el balcón del Mediterráneo

Conducir hasta Formentor es como recorrer la espina dorsal de un dragón dormido. Las vistas desde el mirador Es Colomer quitan el aliento, pero guarda fuerzas: el premio final es el faro, vigilante solitario donde el atardecer incendia el horizonte. Lleva un cortavientos incluso en agosto; la tramontana sopla sin avisar.

Torrent de Pareis y Sa Fosca: adrenalina líquida

Si buscas aventura, ve más allá del snorkel. Apúntate a un descenso de barrancos por el Torrent de Pareis o adéntrate en Sa Fosca, donde los rayos de luz se cuelan como espadas entre paredes de roca. Saltos a pozas cristalinas, rápeles y risas nerviosas garantizados. La sensación de conquista al salir al mar es difícil de describir… y tremendamente adictiva.

Torrent de Pareis

Cómo llegar y moverte sin complicaciones

El aeropuerto de Palma conecta a diario con la Península y media Europa y suele haber gangas si reservas con tiempo. También puedes embarcar tu coche en los ferris de Barcelona, Valencia o Dénia: la travesía nocturna tiene cierto aire de aventura marinera. Una vez en la isla, contrata un tour turístico o combina buses interurbanos con un coche de alquiler para alcanzar esas calas escondidas. Y si prefieres olvidarte de mapas y aparcamientos, pregunta sin reparo: los mallorquines presumen de hospitalidad y siempre sabrán orientarte con una sonrisa.

Mallorca se vive a bocados, a pedaladas, a chapuzones y, sobre todo, a recuerdos que se pegan a la piel como el salitre. ¡Recórrela con calma y deja que la isla te sorprenda una y otra vez!

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